Pongo en antecedentes mi historia…
Como el 99% de los ciudadanos, soy usuario de gas natural.
Y, a pesar de las múltiples llamadas telefónicas recibidas, ofertándome el oro y el moro, he conseguido resistir estoicamente, y mantenerme en la misma compañía desde que me independicé, y además con la tarifa de último recurso (TUR, o como leches se llame ahora mismo).
Desde hace unos años, mi “compañía de siempre” (la que todos hemos tenido aquí donde vivo, en Navarra), se convirtió en comercializadora, y desde entonces, de la distribución del gas se encarga otra empresa, probablemente porque por motivos de seguridad hay muchas comercializadoras (que ni saben lo que es una tubería), y pocas distribuidoras, que son las que manejan el gas, de manera real y tangible.
Hace falta tener un master en energías para conseguir entender la factura: Que si el impuesto de hidrocarburos; que si ahora el IVA al 10%, ahora al 21%… pero lo último (y por lo que no paso, y el motivo de esta carta) es que, desde hace un tiempo, ya no se molestan ni en pasarse a leer los contadores del gas, y en mis facturas han empezado a aparecer lecturas “estimadas” en lugar de reales, con lo que te cobran lo que les da la real gana.
¿No me crees? Busca una de tus facturas de gas, y comprueba la información sobre lecturas.
A mí me pasó la primera vez en agosto de este año (2024), y, como me di cuenta, reclamé enseguida por teléfono. Se excusaron diciendo que la distribuidora no les había pasado la lectura del contador a tiempo, y que sólo tenía la obligación de pasar una lectura real al año, con lo que yo, ojiplático, les espeté que esto no era un pueblo perdido en el Himalaya, y que era una verdadera vergüenza.
Después de muchas llamadas, y de pasar la pelota de uno a otro tejado, lo único que conseguí es que me abonaran la diferencia en el siguiente periodo de facturación, después de dos meses, con un precio ficticio —adivina cual, también estimado, porque va cambiando con el tiempo—, y después la consiguiente factura con lecturas reales, con lo que di el tema por zanjado.
Pero, ahora en diciembre, otra vez han vuelto a la carga con lo mismo cuento de la lectura estimada, con lo que yo, ni corto ni perezoso, he vuelto a realizar una nueva reclamación: La solución que me ha propuesto una voz telefónica, muy melódica y tierna es que “yo mismo les envíe la lectura del contador, a poder ser con una foto que la corrobore…”
¿A qué retorcida mente se le ha ocurrido tamaño disparate?
En mi bloque vivimos 46 vecinos: ¿vamos a acceder todos al cuarto de contadores (que no sé ni donde está, ni quien me puede proporcionar la llave de acceso), con lo peligroso que puede ser eso?
Sospecho que esto es una guerra entre compañías, o, como poco, una reducción de plantilla con el consiguiente ahorro para la distribuidora, que acaba repercutiendo en los de siempre, los consumidores.
A mí, la verdad, esto me parece un verdadero timo gaseoso…