Jesús es un parkinsoniano precoz, alguna vez he hablado de él en este diario.
Es uno de mis compañeros del grupo de apoyo: el segundo en edad, pero el primero, de lejos, en juventud de espíritu.
Es la persona más puntual de entre todas las impuntuales que yo conozco: siempre que tenemos sesión en el grupo llega por los pelos, justo un poquito antes de empezar, arrancándonos al resto una sonrisa, con una de sus rocambolescas e irónicas disculpas.
Es tan tan perfeccionista, que empezó a escribirle una canción a su hijo recién nacido, y se la entregó después de pasados veinte años.
Es un tipo peculiar, a la vez que extraordinario: Dedica su esfuerzo y su trabajo a que la gente del “tercer mundo” sea un poquito más feliz, preparando para ellos proyectos médicos.
Es también una de mis cobayas humanas: Fue el primer parkinsoniano que probó MouseHelper, y creo, a decir verdad, que es su usuario más ferviente y aventajado.
Hace unos meses, sin ninguno de los dos quererlo, competimos en esta absurda carrera de quién quedaba el primero en la implantación de los neuroestimuladores. En su primer intento él no lo consiguió, y cuando al fín “gané” yo, apenas unos días después de la operación, se presentó en el hospital para darme ánimos, con la excusa de que tenía una revisión.
Después de todo el verano esperando a que llegase su oportunidad, por fin ha llegado: En menos de una semana tendrá, como yo, su cabeza llena de cables y su alma llena de esperanzas.
Jesús: Esta entrada es para desearte que tengas suerte, y que te armes de mucha paciencia, que ya falta muy poco.
¡Ánimo Jesús!