Hoy había empezado a escribir en mi blog, abandonado desde hacía tantos meses.
Mi intención era escribir acerca de los cumpleaños, aprovechando que hacía unos días había sido el mío.
Pero todo lo que había escrito lo he borrado de un manotazo, al enterarme que te habías ido así, tan de repente.
Todos tenemos una fecha marcada en nuestro calendario, la fecha de nuestro nacimiento.
Es una fecha conocida, de alegría, en la que celebramos junto con nuestros seres queridos la llegada a este mundo.
Es la casilla de comienzo en este juego que es la vida, y en la que vas avanzando por su tablero, arrojando sobre él los dados de tu destino.
A veces caes en la casilla del premio, y encuentras felicidad.
Encuentras a tus mejores amigos o amigas, esos que se cuentan con los dedos de una mano, y que lo serán para toda la vida.
Esa gente con la que compartes tus primeros años de adolescencia, esos tan duros en los que necesitas un apoyo cuando dejas de ser un crio.
O encuentras a tu pareja, con la que te apetece compartir tu vida.
O nacen tus hijos, o tus sobrinos, y te colman nuevamente de alegría.
Otras veces tienes una mala tirada y caes en la casilla de castigo, y tienes un traspiés.
Y te toca afrontar una enfermedad, y levantarte después de haber caído.
Y sales adelante como lo hacías tú, querido Txemis, con ese humor tan particular y ácido con el que afrontabas la vida.
Haciéndonos sonreír, poniéndonos los dientes largos, cuando publicabas alguna foto en Facebook, devorándote el mundo en forma de chuletón, en tus viajes en autocaravana, con tu hija y con tu mujer.
O respondiendo con ironía a mis compis de la E.G.B., Alberto, Manuel y Vilchez, que tuvieron la fortuna de tenerte como amigo, cuando te decían “poco vino veo”, si se atrevían a comentar alguno de tus viajes.
En nuestro calendario también hay marcada otra fecha, aunque desconocida.
Es esa fecha en la que tiramos los dados y llegamos a la casilla de la meta, a la del final.
Esa casilla, en la que todos, tarde o temprano, caemos sin remedio.
La de nuestro adiós.
Hoy has tirado tus últimos dados.
Hoy has caído en esa maldita casilla.
Hoy te has ido, dejando desolada a tu familia.
A mis compis de la E.G.B., a tus mejores amigos.
Sin cobrarte la deuda de un almuerzo.
Y haciéndonos pensar, a veces…
Que joputa es esta vida.