Despejando la X

22 abr 2020 · 5 mins

Ayer por la noche, cuando ya estaba medio dormido y a punto de caer rendido en los brazos de Morfeo, vencido a partes iguales por el cansancio y por la desidia del aburrimiento que produce este dichoso confinamiento, zumbó descarado mi teléfono móvil, advirtiéndome de la llegada de un nuevo mensaje de WhatsApp.

Esperando el enésimo meme de “los negros del WhatsApp” bailando la danza de la muerte, me calé las gafas anti-presbicia y centré la vista en la pantalla, intentando descifrar el enigmático mensaje.

Era de Manu, un antiguo compañero de la E.G.B., alguien con alma de rockabilly y vocación de trovador de la edad media, y que es capaz de expresar como nadie con sus fotografías.

El enunciado decía:

  • “Si al cuadrado de un número le restamos el cuadrado del número siguiente, obtenemos el mismo número.....de que número se trata?”

Después de unos segundos de incredulidad, intentando asimilar lo que estaban viendo mis ojos, lo primero que pensé para ser sinceros, esbozando una sonrisa, fue: “Mira el jodido, ya le han puesto tarea de padre en el cole”.

Pero entonces, algo se removió en mi cabeza.

No puedo explicarlo exactamente con palabras, pero era como si unas ruedas dentadas, oxidadas y cubiertas por el polvo del tiempo reaccionaran, y empezaran a girar lentamente, sacándome de mi letargo.

Haciéndome recordar las miles y miles de ecuaciones matemáticas que he tenido que resolver a lo largo de mi vida, primero estudiantil y después en mi trabajo como programador informático.

Sin dudarlo, salté de un brinco del sofá, busqué un trozo de papel y un boli, y me puse a resolver el reto casi de manera instintiva, siguiendo el ritual de poner en práctica todo lo aprendido en las clases de matemáticas, haciendo que esas ruedas imaginarias de mi cerebro giraran cada vez más y más libres.

Olvidándome, por un momento, del esfuerzo que me supone escribir de manera manuscrita y de si el resultado acabara siendo o no legible.

Y mi cerebro empezó a carburar:

  • Vamos a ver… si al número lo llamamos X, entonces el número siguiente es X+1.
  • Hasta aquí, fácil, el enunciado queda como:

X2-( X+1)2= X

Y, como siempre en esta vida cuando te encuentras con un problema complejo, lo mejor es dividirlo en partes, hasta encontrar la solución de cada parte.

  • Vale, ahora esa resta al cuadrado, que ya no puedo resolverla tan ágilmente, la desglosamos en (X+1)*(X+1) y nos queda:

X2-(( X+1)* ( X+1))= X

 

Y, empuñando la experiencia, la mejor arma que te da la edad, recordé que se multiplicaba cada término de un paréntesis por el otro término, y se sumaba el resultado.

  • Vale, ahora la ecuación nos queda:

X2-( X*X + X + X +1)= X

Y, como pasa en esta vida cuando ves que avanzas, continué, esperanzado, con el siguiente paso.

  • Vale, es hora de multiplicar por -1 cada término del paréntesis y tenemos:

X2- X2 - 2X - 1= X

Y continué simplificando el problema, dándome ánimos a mí mismo.

  • Venga, que ya casi está, ahora anula esas equis al cuadrado que ya no sirven para nada:

- 2X - 1= X

Y volviendo a utilizar el comodín de la experiencia, apliqué los trucos aprendidos en su día.

  • Bueno, ahora si sumo 2X a cada lado de la ecuación, puedo tenerlo:

- 2X – 1 + 2X = X + 2X

-1 = 3X

Y, feliz por ver que lo había conseguido, finiquité el problema:

  • Ale, que ya está. Si divido por 3 cada término de la ecuación, ya tengo a la equis solita:

-1/3 = X

Y me apresuré a contestar a Manu, sintiéndome, por un lado, satisfecho por seguir teniendo mis habilidades, y por, otro lado, imaginando la cara de su hijo al darle su padre el resultado.

Me debes una, Manu 😉

 

despejando la x


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