El olor a lluvia mojada

11 abr 2020 · 2 mins

Como cada tarde a las ocho, desde hace ya un interminable mes, hemos salido al balcón, medio adormilados por el cansancio de la rutina, dispuestos a cumplir con el ritual de los aplausos.

Se ve y se oye a la gente aplaudir desde sus ventanas y balcones, convertidos en una especie de Robinsones forzosos, la mayoría con los pelos alborotados y descuidados, con los ojos cansados de ver siempre lo mismo.

Llueve.

Es una lluvia muy finita, que apenas moja, pero que entra como ninguna dentro del alma.

Algunos la llaman txirimiri o calabobos, un poco de manera despectiva, pero para mí es la mejor de todas las lluvias.

Es una lluvia regeneradora, que hace despertar del letargo invernal a las plantas, haciéndolas reverdecer con fuerza y de manera vigorosa.

Instintivamente, miro al jardín de debajo de mi casa, y me recreo con el verdor de su hierba, creciendo descontrolada e irregularmente, sin patas perrunas que la pisen, invadida por las margaritas blancas y por esas plantas amarillas cuyo nombre siempre confundo, y del que casi nunca suelo acordarme.

Me doy cuenta de que la naturaleza sigue su curso, impertérrita, importándole un pito lo que nos pase a nosotros, la especie humana.

Tengo que hacer un esfuerzo muy grande para recordar en que día de la semana estamos, y casi me es imposible acordarme del día del mes.

De repente me doy cuenta en el día en el que estamos: once de Abril, día mundial del Parkinson y me enfado conmigo por el olvido.

Ya hace tres años que lo vivo en mis propias carnes, lo que significa que muy pronto, a finales de octubre, empezará de nuevo el ciclo vital, y Parki cumplirá otro año más dentro de mí.

Respiro hondo, intentando centrarme en el olor a lluvia mojada y lo maldigo por haberme hecho perder el olfato.

El me retuerce, haciendo que mi mano y pie derechos tiemblen al unísono, con la misma frecuencia de resonancia.

Vuelvo a respirar hondo, intentando recomponerme.

Y entonces, de improviso, la lluvia me moja, golpeando mi cara con delicadeza, haciendo que con su frío me recomponga.

Haciendo que a mi mente vuelva ese olor.

Ese olor.

El olor a lluvia mojada.


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