Todas las chicas sois guerreras

17 mar 2019 · 3 mins

Si, ya sé que últimamente me apoyo mucho en los títulos de canciones para mis entradas en el blog, pero esta vez tengo excusa.

Anoche asistí a un concierto de Doro Pech, la reina indiscutible del Heavy Metal Ochentero, que yo escuchaba cuando apenas era un adolescente imberbe, recién estrenado en mi nueva vida en el instituto.

Se apagaron las luces y empezaron a sonar los acordes de las guitarras eléctricas, al tiempo que su cuerpo menudo aparecía entre las tinieblas, como un torbellino, lleno de vida.

Y, en ese momento, al ver el brillo de sus ojos, tuve claras dos cosas: Que iba a ser un momento especial, y que Doro era otra de las chicas guerreras.

Entonces no pude evitar pensar en otras dos grandes guerreras rockeras: Bonnie Tyler con sus baladas desgarra-entrañas, y Aurora Beltrán, con su voz potente y siempre bien acompañada por los acordes de su querida guitarra, escapando de su timidez, alzándose por encima del ruido, por y para la música, arañando el corazón del que la escucha.

Bajé la mirada del escenario, dirigiéndola disimuladamente hacia las dos amigas que siempre me acompañan a los conciertos, las nietas del hojalatero, y que gracias a la añoranza por la infancia vivida en la E.G.B., volvieron a aparecer en mi vida, después de tantos años.

Y en sus miradas descubrí a otras dos chicas guerreras.

En los ojos de una de ellas vi reflejados, por un lado, el cansancio producido después de la batalla personal contra el cáncer, felizmente superado, y, por otro, la ilusión por volver al trabajo y escapar de la cárcel de cristal de la monotonía, y en la que todos, en menor o mayor medida, nos vemos atrapados irremediablemente en algún momento de nuestra vida.

En los otros vi el dolor y la tristeza de la oscuridad, provocada por la decepción de algunas de sus amistades, pero también vi luz, por sus ganas de vivir y de seguir sonriéndole a la vida, cogiendo el toro por los cuernos con fuerza, como siempre lo ha hecho.

Después miré alrededor y descubrí a otra chica guerrera, aferrándose con fuerza a la vida, intentando dejar atrás el dolor provocado por la perdida reciente de su compañero, apoyándose en las sonrisas de un hijo, y en el cariño y el amor de sus amigas.

Y me acordé también de otra persona, muy importante en mi vida, trabajando sin parar cada hora del día, pensando más en los demás que en ella misma, en el momento de tomar una decisión importante.

Y de todas las madres, que anteponen el bienestar de sus hijos al de ellas mismas, aunque muchas veces ellos no se den cuenta.

Y de todas las hermanas, que cuidan de sus hermanos cuando más lo necesitan.

Entonces, el cerebro uni-neuronal que llevo instalado en lo alto de mi cabeza llegó a la conclusión.

Todas las chicas son guerreras.

Todas las chicas sois guerreras.

 

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