¡Soy más fuerte que tú!

24 dic 2017 · 5 mins

Querido Parki.

Ya sé que debería ser educado y llamarte de usted, pero permíteme que te tutee mientras te escribo esta carta.

Pensarás que es una falta de respeto tratarte tan familiarmente y no llamarte Mr. Parkinson.

La razón es muy simple.

Hace ya más de un año que iniciaste la invasión en mi cuerpo, y, como se inician todas las guerras, lo hiciste de una manera ruin y cobarde, pillándome de imprevisto.

Y, aunque durante este tiempo, no has jugado limpio y has intentado derribarme, no lo has conseguido.

Que, como en una lucha a florete, hemos tenido nuestros más y nuestros menos, y que has intentado arrinconarme y llenar mí alma de arañazos con la punta de tu espada.

Se que te gustaría que me acurrucara en mi cama y no saliera de casa.

Que me pusiera nervioso cuando estoy en público y que mi mano temblara de manera incontrolada.

Que me sintiera derrotado cuando atacas mi cuello y provocas esa sensación de mareo en mi cabeza.

O que me pusiera a llorar cuando agarrotas mi cuerpo, o haces que parezca que la medicación no funciona.

Pero te voy a dar una mala noticia.

Quiero que lo sepas de primera mano.

Has conseguido que tropiece algunas veces, pero esas caídas han hecho que me levante y sea más fuerte que antes.

Por mucho que lo intentes, no conseguirás que me rinda.

Nunca.

Tu espada, aunque afilada, no ha conseguido herirme de muerte.

Si, entérate: Cada vez te tengo menos miedo.

Alguien dijo que la mejor defensa es un buen ataque, así que eso es precisamente lo que estoy haciendo.

Y, como yo soy más valiente, y sobre todo más legal que tú, te lo digo sin tapujos.

Estás avisado.

Se que estas palabras te van a escocer en las entrañas, pero no me importa lo más mínimo.

Has conseguido que me cabree de verdad y que me esfuerce para hacer lo que no te gusta que haga.

Que cada vez consiga más control mental con el yoga, el reiki y la meditación.

O que sea más paciente y me de tiempo, disfrutando de cada segundo.

Que cada vez intente estar más tiempo en público, y serenarme cuando intentas ponerme nervioso.

O ser más disciplinado con mi sueño.

También has conseguido que sea más sociable, y que cuando de un beso, regale además un abrazo, para que la persona a la que se lo doy sepa que me importa, y que le estoy ofreciendo mí corazón, por muy moñas que te parezca.

Se que te jode que sonría, así que escribo esta carta mientras lo hago.

Incluso has conseguido que vuelva a dar una clase en público, olvidándome de los temblores mientras me vacío, dando todo mi conocimiento.

Hace poco más de un año que te hiciste visible en mi cuerpo.

Si, y por si no lo recuerdas, hoy es el día de Nochebuena.

El año pasado, cenando con mí familia, me hiciste mirarlos disimuladamente y pensar cuantas veces podría celebrarla con ellos en las mismas condiciones.

Por si no te ha quedado claro, este año no estás invitado.

Y si se te ocurre venir, que no te lo aconsejo, te aseguro que te irás de mi lado.

Este día, y, sobre todo, esta noche, es para estar con los que más quiero.

Y tu no estás incluido en esa lista.

Se que físicamente no tienes cuerpo, pero me da igual.

Que mucha gente pensará que estoy loco al escribirte esta carta.

Pero he dibujado tu cara en mi punch imaginario, y te vas a enterar de lo que es bueno.

Estoy seguro de que en este nuevo año que ya se acerca intentarás ponerme más zancadillas y no jugarás limpio.

Pero también estoy seguro de que no conseguirás nada.

Y la razón es muy simple.

Por mucho que lo intentes, por mucho que te esfuerces.

Te lo digo bien alto, gritando a pleno pulmón, para que lo oigas desde tu diabólico escondite:

 

¡SOY MAS FUERTE QUE TU!

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