La sonrisa de un niño

12 jul 2017 · 2 mins

Hace un par de días fui con mis sobrinos a las atracciones, que aquí se llaman barracas, que han puesto en Pamplona, por ser San Fermín.

Ya se me había olvidado la ilusión de ese momento, el poder montarte en una atracción, que, además, si es para mayores, mejor.

Hace también un mes que me cambiaron la medicación. Quiero ser optimista, pero la mano me sigue temblando, sobre todo en situaciones que se salen de mi vida normal, como por ejemplo esta.

Era temprano, y había llovido la noche anterior, así que todo estaba cerrado.

Para matar el tiempo fuimos de atracción en atracción, y lo que le gustaba a mi sobrina, no le gustaba a mi sobrino, y viceversa.

Por fin nos paramos en una atracción que es una especie de rápidos, en los que vas montado en una barca en forma circular, y que daba vueltas.

Como a mi sobrina le daba miedo, me tuve que montar con ellos.

 Durante todo el tiempo me estuvo temblando la mano.

Salí de la atracción un poco descolocado, y sobre todo desanimado.

Seguimos recorriendo la feria, hasta que encontramos una especie de toros mecánicos, y me pidieron montarse.

Otra vez pedí las entradas, y otra vez no paraba de temblarme la mano.

Se montaron, y empecé a sacarles fotos antes que se pusiera en marcha la atracción.

La mayoría de las fotos salían borrosas, por los temblores.

Y empezó a moverse la atracción.

Y miré a mi sobrino, todo concentrado, sujetándose con fuerza para no caerse, y a la vez, me robó una sonrisa.

Y entonces miré a mi sobrina, y la vi tan ilusionada, y con tal cara de felicidad, que me importó una m… el que me temblara la mano.

Y disfruté del momento con ellos.

Ese momento de su infancia que me guardaré para mí.

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