Recalculando…

23 en 2018 · 3 mins

Seguro que, si alguna vez has usado un GPS y te has equivocado de ruta, habrás oído esa voz chirriante salir del altavoz del dichoso aparato.

Pues así he estado estos días.

Como alguien que decide embarcarse en nuevos proyectos, cambiando de trabajo o algún aspecto de su vida, porque no le gusta, o porque ha llegado al final del camino.

He estado recapacitando y parece que empiezo a verlo todo desde una nueva perspectiva, y empiezo a darme cuenta de algunas cosas.

No sé si es por la medicación, pero el caso es que parece que mi mano tiembla menos.

Me he dado cuenta yo, y se ha dado cuenta mucha gente que me rodea.

Yo no sé si exactamente es por eso, lo que sí sé es que en este dichoso temblor influye mucho el estado de ánimo.

Es como la pescadilla que se muerde la cola: Si te pones nervioso, tiemblas, y si tiemblas, te pones nervioso.

Esto te provoca un montón de inseguridades, y muchas veces, miedo.

Y también te hace perder el equilibrio.

Como en aquel balancín en el que nos montábamos cuando éramos pequeños, en el que, si no tenías cuidado, salías disparado si tu compañero se balanceaba con fuerza.

Aunque ya no es lo mismo que antes, sigo teniendo mis temores.

Mi balancín cada vez se mueve menos, pero todavía se mueve.

Y, como hace el GPS, he decidido ponerme en modo “recalculando…”

Recalculando, porque estoy aceptando que no puedo estar mucho tiempo de pie, porque mi tensión ortostática, con ese nombre impronunciable, nunca será como antes.

Recalculando, porque me he dado cuenta de que, inconscientemente, en público, mi mano, y sobre todo yo, me paralizo, y esto no es bueno. Así que el otro día caminando, vencí mis miedos, y al cruzarme con la gente dejé mi mano libre. Y, aunque al principio me costaba, me fijé que nadie me miraba.

Recalculando, porque trabajar es complicado, al ir tus manos a una velocidad, y tu cabeza a otra. Así que intentaré ir más despacio.

Recalculando, porque al recibir la carta con la cita con el neurólogo, dentro de 15 días, y al ver el primer bote de Madopar vacío, y, a pesar de mis temores, he tomado una decisión: Hablaré con él y le diré que estoy dispuesto a intentarlo con la medicación anterior, o con una mezcla de ambas.

Si, lo voy a intentar de nuevo.

Esa bifurcación de mi vida la dejé a medio caminar, y ha llegado la hora de continuar por ella.

A pesar de mis miedos, a pesar de mis temores.

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